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«Gradiva» en la construcción del psicoanálisis

«Gradiva» en la construcción del psicoanálisis

por Mario Federico Blanc


“…el arte constituye el reino intermedio entre la realidad que deniega los deseos y el mundo de fantasía que los cumple, un ámbito en el cual, por así decir, han permanecido en vigor los afanes de omnipotencia de la humanidad primitiva”.

Freud, S.,
El interés por el psicoanálisis, 1913


Agradezco cordialmente al Goethe Institut de Córdoba no solo por haberme invitado a participar de este seminario sino también por haberlo organizado. Como siempre se dice, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Se puede pensar en una cosa, pero otra cosa es llevarla a otro plano, y eso tiene un valor extra. Puede entenderse, como el acceso del pensamiento a la realidad de las cosas. Para mí eso no es poco, y lo valoro  de verdad.
Según se me dijo, son Ustedes un público heterogéneo, es decir, que no son psicoanalistas en formación, como lo soy yo, sino que provienen ustedes de otras extracciones de la cultura, de Arte, de Literatura, o de cualquier parte, en tanto la cultura es heterogénea por definición. Intuyo, por tanto, que el interés de un comentario sobre este texto de Freud puede tener varias vertientes. En todo caso, el interés para un público tal, que se inclina sobre la literatura psicoanalítica, tiene que estar asociado a una singularidad, quiero decir, este interés es más que un interés particular, es un interés del particular. Modo ese, en que evoco, convoco al sujeto. Ese es uno de los primeros puntos a aprender del psicoanálisis: que existe la singularidad, que un sujeto es distinto de otro, distinto de su semejante. Se podría decir por ejemplo que en este sentido, el psicoanálisis se constituye a contrapelo de la ciencia, en el sentido de que la ciencia generaliza, mientras que el psicoanálisis particulariza.
De manera que el si el sujeto está destinado a tener un lugar de conflicto en la cultura por aquello de la represión de los instintos, la existencia de la pulsión de muerte, etc. esto no es peor para el psicoanálisis, en tanto, está llamado a denunciar, por una vía muy particular, muy del particular, lo que en la cultura se tiende a olvidar, lo que en la cultura está destinado a ser obviado, lo que le representa, en fin, un obstáculo. Debería decir el obstáculo, en tanto es lo que encuentra el particular. Y debería decirlo porque no es cualquier obstáculo, es un obstáculo particular para ese sujeto.
No es que se constituya –el psicoanálisis- en una especie de disciplina a la que podríamos llamar crítica de las masas, o de la sociedad de consumo, o en una ideología. Creo que el psicoanálisis se emplaza en lugares que son fundamentalmente polivalentes.
Al parecer, W. Jensen era un escritor perfectamente desconocido tanto por su época como por su literatura, quiero comenzar comentándoles cómo es que esa novela, ese relato, llega a manos de Freud y a propósito de qué recala en él un interés particular, del particular. Fue Jung quien, por esa época, en el verano de 1906, antes de que tuvieran su primer encuentro, le acercó a Freud un ejemplar del libro de Jensen. Luego de ello, de que Freud leyera el libro, mantuvieron con Jung una serie de encuentros que duraron cinco o seis años, y James Strachey, editor de Freud cuenta –quizás demasiado apresuradamente- que Freud escribió este texto para complacer a Jung.
¿Por qué haría Freud una cosa así? Y bueno, al parecer Karl Gustave Jung era un psiquiatra que tenía ya su reconocimiento en esa época y se había interesado por la obra de Freud, particularmente en el tema de la simbología, según dicen. Y en verdad era asombroso –y escandaloso- lo que Freud había descubierto a propósito de La interpretación de los sueños, quiero decir, la existencia de un denominado contenido latente, un contenido manifiesto, que había en el sueños la realización fantaseada de un deseo infantil que había sido reprimido, etc. Jung se interesó en esto. En el traspaso del contenido manifiesto al contenido latente, había una desfiguración, la desfiguración onírica. Para decirlo todo: he ahí el símbolo por el cual Jung suspira. Para él, había algo en eso. Una cosa era, la parte inconsciente (el símbolo) y otra cosa que era lo que del sueño se relataba.
Muchos se deslizaron descalzos en esa pendiente abierta por Freud, muchos se obnubilaron por la puerta que comunicaba con “la parte inconsciente”; incluso nosotros, incluso yo. Y al parecer, lo descubierto en la Traumdeutüng podía ser aplicado. Y este es un poco el punto por el cual pretendo hacer girar mi conversación de hoy: esa dualidad, esa duplicidad, dijera Lacan, entre práctica y aplicación.
Ya ahí se hablaba de aplicación. Freud mismo lo dice en este texto: “recopilar y cotejar todos los ejemplos de empleo de los sueños que pudieran hallarse en las obras de diversos autores.” Ustedes saben que la técnica psicoanalítica tuvo una evolución, desde la hipnosis hasta el método catártico, la presión en la frente de la histérica, hasta el encuadre, y que incluso después de Freud hay quienes siguieron avanzando en esto. Pero en esta época, se decía que se podía utilizar el método de la interpretación de los sueños en el marco del análisis. Por algo se habla de interpretación en el análisis, porque eso nació en la interpretación de los sueños.
Pero aquí se abre otra complejidad más, porque una cosa es aplicación, usar un método en otra cosa, en otro lado, y otra cosa es usar ese método en una creación que es inventada, como lo es una obra de arte, una novela, un relato, una fábula, etc. Freud advierte que esto debe necesariamente tener sus límites, que se corre el riesgo de entrar en una especie de salvajismo analítico. Entonces Freud dice: “…sólo los poetas parecen situarse del mismo lado que los antiguos, que el pueblo supersticioso y que el autor de La interpretación de los sueños. …cuando hacen soñar a esos personajes que su fantasía ha plasmado, responden a la cotidiana experiencia de que el pensar y sentir de los hombres prosigue en su dormir; y lo que ellos procuran no es otra cosa que pintar los estados de alma de sus héroes por medio de los sueños que les sobrevienen”. La hipótesis es esta: cuando se duerme, cuando se piensa o cuando se crea una fantasía, se hace más o menos lo mismo, se mueven más o menos las mismas fichas en el psiquismo, entonces, bajo ese precepto, bajo esta idea, se puede hablar de aplicación del saber psicoanalítico.
Años más tarde, en 1913, Freud extiende y limita esta hipótesis. Escribe un pequeño texto que se llama “El interés por el psicoanálisis” en donde dice que la técnica psicoanalítica podía interesar a otras ramas de la ciencia, como ser la pedagogía, la ciencia del lenguaje, el arte, etc.
No son más de tres puntos los que quisiera comentar. Lo que tiene que ver con la interpretación de los sueños, me refiero a la obra de Freud y el contexto en el cual se publica, el arte y su relación con el psicoanálisis y el delirio, acaso el punto más oscuro.
En relación a la Traumdeutüng, puedo decirlo de este modo en este recinto, con cierto temor a que sea mal pronunciado, dire que es una obra de las llamadas fundamentales de la doctrina freudiana. Principalmente porque ahí, Freud construye una de concepción del aparato psíquico.
¿De qué se trata? La idea general es que el sueño tiene un sentido, que se puede interpretar. Freud dice que el impulso principal del sueño parte de lo inconciente: “…la fuerza impulsora del sueño es aportada por el inconsciente; y a causa de este último factor adoptamos ahora el supuesto de que el sistema inconciente es el punto de partida para la formación del sueño. Como todas las otras formaciones de pensamiento, esta excitación onírica exteriorizará el afán de proseguirse dentro del Preconciente y alcanzar desde ahí el acceso a la conciencia”. Y más adelante dice: “Lo inconciente es el círculo más vasto, que incluye en sí al círculo más pequeño de lo conciente; todo lo conciente tiene una etapa previa inconciente, mientras que lo inconciente puede persistir en esa etapa y, no obstante, reclamar para sí el valor íntegro de una operación psíquica. Lo inconciente es lo psíquico verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como lo real del mundo exterior, y nos es dado por los datos de la conciencia de manera tan incompleta como lo es el mundo exterior por las indicaciones de nuestros órganos sensoriales”.
¿Qué es el inconciente? “Lo inconciente –dice Freud- es lo psíquico verdaderamente real”. ¿Qué significa eso? En trabajos anteriores, por ejemplo en la parte teórica de los “Estudios sobre la histeria”, Freud lo había adelantado: hay el gobierno de lo inconsciente. En nuestra sesión inaugural también lo había dicho Jimena Gavazza, cuando remarcó las tres heridas narcisistas que como afrenta había sufrido la humanidad. Hay el determinismo del inconsciente, por una serie de cosas que no viene al caso comentar, pero que están más allá de la lengua, del uso conciente de la lengua.
Entonces: el sueño hay un cumplimiento fantaseado de un deseo inconsciente. Este deseo se presenta de manera desfigurada, distorsionada porque existen mecanismos específicamente encargados de ello y que tienen por función que la conciencia no se entere del todo de este cumplimiento. El modo en el cual el sueño se produce ha recibido el nombre de trabajo del sueño y, como se sabe, se vale de dos mecanismos principales por los cuales se va a efectuar esta desfiguración onírica. Estos son la condensación y el desplazamiento. “…La condensación es el carácter más importante y peculiar del trabajo del sueño”. Es un mecanismo, un trabajo propiamente como lo llama Freud, en el que se eligen elementos que están presentes en el sueño de manera múltiple. En él se acumulan personas, se producen elementos mixtos, dotados de varias significaciones que estan por algún motivo, interrelacionados. En cuanto al desplazamiento, “sustituye –función del símbolo, sustituir- el material psíquicamente importante por uno indiferente (tanto para el soñar cuanto para el pensar) ya se ha producido en esos períodos tempranos de la vida y quedó desde entonces fijado en la memoria. Por tanto, aquellos elementos que originariamente fueron indiferentes ya no lo son desde que han tomado sobre sí, por desplazamiento, la valencia de un material que posee significatividad psíquica. Lo que ha permanecido realmente indiferente ya no puede reproducirse en el sueño”. Freud compara el desplazamiento con las familias. Dice: “…es como después de una gran revolución (…) Las familias antes nobles y poderosas son ahora desterradas, y todos los altos cargos se ocupan con recién llegados”.
Tenemos entonces: trabajo del sueño, con su doble mecanismo, la condensación y el desplazamiento, la desfiguración onírica, la existencia de un contenido manifiesto y un contenido latente. Sobre este mapa, sobre esta estructura conceptual se asienta lo escrito sobre Jensen. Discúlpenme si me he excedido en este comentario, pero era necesario situar la obra en un marco conceptual. Esta sería la parte de los prolegómenos históricos, científicos, metodológicos y hasta técnicos que tienen que ver con el  psicoanálisis. Pero hay otra parte que no debemos descuidar, y que es justamente la que este seminario ha decidido abordar: la cuestión del arte.
El segundo punto, a saber, el arte y su relación con el psicoanálisis,  es un tema sobre el cual es muy fácil irse de mambo y de allí es difícil regresar. Solo digamos que el trabajo de Freud sobre la novela de Jensen tiene el privilegio de ser una de las primeras en poner en tensión estas materias.
Como se ha comentado, hay diversas formas de pensar esta relación entre arte y psicoanálisis. Es importante marcar que el arte en la teoría de Freud, es en un sentido un retorno a la realidad. Ya veremos que no a cualquier realidad, que no cualquier retorno, no retorno a cualquier lado un de cualquier forma. Es necesario que pensemos primero que es la realidad en Freud.
Al parecer, el arte, en este caso bajo cualquiera de sus denominaciones (artes plásticas, escultura, escritura, fotografía, etc.) entra –o entraría, más bien- en la misma serie de lo que se tramita en el sueño, es decir, hay deseos infantiles que llegan a la realidad bajo una forma que es otra que la de su origen. Esta sería, la obra de arte desde el punto de vista psicoanalítico: una actividad que se propone el apaciguamiento de deseos no tramitados. De todos modos, es una posición, una de las varias formas de tomar este tema de las relaciones entre el arte y la técnica psicoanalítica. Bajo esa misma línea podemos pensar que aquello que impulsa al artista a crear, es lo mismo que impulsa al sujeto a la construcción de su neurosis.
Sin embargo, aquí se abre una limitación: es un misterio averiguar qué impulsa al sujeto a crear, no así con su neurosis, la que puede ser puesta bajo la condición de un análisis. Es como que el arte refiere a la cosa psicoanalítica por una especie de rodeo, que no es otra cosa que la obra de arte… es el mismo material
Aquí me detengo, para plantear algunos interrogantes.

Entonces tenemos como un trinomio: aplicación, sueño y arte. Restaría, antes de comentar Jensen, de aplicar Jensen, una pregunta que pretendo que hilvane estos tres conceptos, a saber, el delirio. ¿Cómo pensar el delirio en psicoanálisis? El delirio es el summun de la pérdida de realidad. Cuando la realidad se pierde al punto de no poder reconocerla, se está delirando. Pero este concepto de realidad en Freud es un concepto conflictivo, porque Freud dice que tanto los niños, como los neuróticos como los locos, tienen pérdida de realidad…

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