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El síndrome de Rasputín, la novela de Ricardo Romero










Como en una Blade Runner de cabotaje, sin producción ni aditamentos tecnológicos pero llena de fantasmas, los personajes se mueven en una Buenos Aires que es ésta pero peor, con dos obeliscos y los abandonados túneles del subte convertidos en colonias de marginales, eternamente lluviosa y parcialmente destruida, devastada por los incendios mientras aún espera el estallido de las bombas no detonadas en Once por los “nacionalistas del Bicentenario”. En ese escenario más dislocado que sórdido se mueven personajes acordes, bellos y coherentes con una legalidad alucinada.
En esta maravillosa novela de Romero, los protagonistas son tres tipos raros, tres amigos marginados afectiva y socialmente por la enfermedad compartida, la compulsión a la repetición de gestos, exclamaciones o movimientos que identifican al síndrome de Tourette; son los vulnerables prisioneros de los tics. Casos clínicos perdidos, los queribles Abelev, Maglier y Muishkin se verán envueltos, por afán solidario, en una aventura marcada por lo desaforado. Trepidante novela de ideas, El síndrome de Rasputín –ese tic primario de sobrevivir pese a todo– participa del folletín aventurero desatado a la manera de Edgar Wallace y del grotesco tenebroso del mejor cine mudo. (http://www.negroabsoluto.com/rasputin.htm)


 
Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Es Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y desde el 2002 vive en Buenos Aires. En el 2003 publicó su primera novela, Ninguna Parte, y a partir de ese mismo año dirigió la revista de literatura Oliverio. En el transcurso del 2006 publicó su primer libro de cuentos, Tantas noches como sean necesarias. En el 2007 sus cuentos “Visigodos” y “Habitación 22” fueron publicados en diversas antologías dedicadas a los nuevos narradores argentinos. En la actualidad tiene una novela inédita, Perros de la lluvia. Es uno de los integrantes del Quinteto de la Muerte y editor de Gárgola Ediciones, donde dirige la colección “Laura Palmer no ha muerto”.

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