Silvia Bleichmar decía que en los campos de concentración la
lucha por conservar la condición humana podía atroz. Podía cifrarse, decía
ella, por ejemplo, al rededor de una cuchara. Una simple cuchara permitía
levantar algo flotando en un caldo y no tener que lamer el plato o lo que fuere
para poder terminar la comida. La cuchara ser convertía así en el último rastro
de humanidad que quedaba antes de la muerte o la desaparición. Hoy se exhiben
en los distintos museos de Alemania y del mundo, testimonios desgarradores y
utensilios de este tipo y de otros, fotos de ropa, lentes, personas
desesperadas, vidas desahuciadas. ¿Qué significa? Es necesario considerar lo
que implica la dimensión de la condición humana, siendo imposible divisarla sin
pensar el modo que el ser humano se procura aquello que le es básico para la
vida, a saber, el alimento, la vestimenta, un techo y, naturalmente, cariño. En
el hombre, internamente estas condiciones le son propias, las construye,
gracias a los que están cerca de él en los años de la infancia y al cariño y el
amor que le aportan que luego será lo que le permitirá enfrentar el mundo, por
adverso que sea. Pero siendo adulto, aún armado hasta los dientes con el cariño
recibido, si desde la faz exterior se reducen estas condiciones
significativamente, ya sea de modo horroroso como en los campos de concentración
o de manera más o menos disfrazada como en el capitalismo global, se
deshumaniza profundamente al sujeto. Según cual sea la magnitud decreciente de
esta modificación será el proceso de deshumanización. Así las cosas, el cariño
recibido durante los años de la infancia será determinante para conservar la
vida. No obstante, no tardará en aparecer la angustia cuando el pequeño se
entere que con ello no es suficiente. Deberá dar un paso más, un paso hacia su
salud, a agregaría, mental. Su salud y la de los que ama. Este paso es crucial.
Es lo que permitirá sobrellevar la adversidad externa... o no, por expresarme
de alguna manera, sea cual fuere su medida. Esta cuestión, yo creo, puesto en
tensión con el ejemplo de la cuchara, divide de algún modo a quien tuvo que
enfrentarlo de cierto modo y quien de otro. Tal vez sea "la condición
interna" lo que define la posición de sujeto, a saber, la potencia genuina
del mundo interno o el sometimiento impotente frente a ello. Por tanto, es
cierto que que la mayor parte de las calamidades de este mundo son consecuencia
de la degradación sistemática de las condiciones económicas, sociales,
culturales... familiares. Pero no es menos cierto que muchas de estas
calamidades no son vividas sino a partir de la ausencia de cuidados, cariño y
amor. No es lo mismo. Ocurre que es esta segunda carencia, más allá de que es
profundamente negada y resistida por la sociedad, pone en cuestión lo que
verdaderamente está en juego, a saber, la responsabilidad subjetiva. Es verdad
que si las primeras condiciones desaparecen la vida tiende a desaparecer. Pero
no es menos verdad que si estas segundas desaparecen -son negadas o no
asumidas- tiende a ocurrir lo mismo.
Una idea mía que nació sin forma y actualmente, no tiene forma
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