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Murcielago

A Ruben Juarez, in memoriam

A menudo he pensado que mi vida es como el gallito ciego. Alguien, me tapa los ojos y me marea un poco. Nunca es tanto como para que no pueda jugar. Yo finjo secretamente mayor mareo, tratando de engañar a los que me engañan, sabiendo que el que engaña primero, engaña oficialmente. Asi las cosas, pero asi y todo, no me resisto. Elijo jugar. Dejo que me den las luces de adentro de los ojos y las vueltas y vueltas ciego que sean necesarias. Primero para un lado y luego para el otro, al menos uno sabe eso. Y entonces, una vez en ese estado, salgo. No digo la menor cosa. Solo tengo que estirar los brazos y las manos. Voy debil hacia el otro como un bebe que aprende a caminar, con ese coraje, con el llanto en la boca y con el recuerdo de mi madre. Intento andar. Fallo. Recorro un territorio inverosimil. Vuelvo a fallar. No importa, sigo. Camino, en esa maromba, deslizando los pies por el piso para zafar de undirme como una ballena. Transito como tanteando para ¿ver? ¿sentir? a quien tengo cerca, quien anda lejos o quien balbucea como tonto o como tonta ¿Para qué? ¿Buscando que? No. Solo jugar. Las señales son difusas, andan, no se si estan. Subitamente cambia el escenario, me metaformoseo, y entonces ahora lo se. Ahora si que lo se, si. Si, que si. Y entonces ahora que ni dientes tengo para apretar, ahora que no hay más treta con el olvido, ahora que ya está, ahora que ya fue, ahora que quede solo en este mundo, y que mis ojos no han de verte... justo ahora... ya no soy ese gallito ciego, querido. No lo soy. Soy un murcielago que se hace a la noche fusca, y te juro por mi vieja que nada, absolutamente nada en este mundo, se compara a eso. Adios Ruben, adios !!

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