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Algunas líneas para pensar la idea de justicia


En la vida de un hombre, la idea de justicia tal vez atraviesa estos tres estadios. En el primero, la justicia es el miedo a la reprimenda o al castigo. Es una idea copiada de la vivencia de un niño. El segundo estadio, es la juventud. Aquí, la conducta desafiante es ante todo ante “la realidad”, …realidad es juzgada como no justa, y entonces la justicia es un embate ante “la injusticia” y entonces se transforma en un ideal del cual se puede caer, cuando las cosas no son como se espera. De lo pensado como “bueno”, ”justo” o “digno”, nada aparece a esa altura. La “realidad” muestra que no es así. La juventud, arrogante, que azuza a la realidad, es un real que confronta, esto es, un ideal. De algún modo, pienso yo, la juventud es la “lucha”, por así decir, por revertir una realidad que no es psíquica, en sentido estricto, sino fantaseada. En el tercer estadio el sujeto renuncia a desafiar. Aquí, el sujeto reconoce que lo justo, lo digno, etc., son artificios inexpugnables, lo que no quita que existan, que sean parte del mundo y entonces decide, en lo íntimo, renunciar a ir más allá de ellos y al mismo tiempo cifrar su vida alrededor del vivir, o para decirlo todo, de la vida. Es el punto en el que la idea de justicia conmina a “metaforizar”, si me puedo expresar así, la salida del dilema entre la niñez y la juventud. La idea de una “justicia adulta” se encuentra ligada a la capacidad de elaborar los terrores de la niñez y las altas esperanzas de la juventud. Así, cualquiera sea nuestra edad cronológica, cuando solo buscamos el castigo del otro-malo, pensamos como niños, cuando luchamos aguerridamente contra la injusticia, pensamos como jóvenes y cuando renunciamos al castigo y a la guerra... desaparece  un velo y emerge la justicia del lado del amor al prójimo. Ni castigo, ni lucha... solo justicia. No todos prefieren esto. 

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