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Vanidad


Sin dudar, aprobaría que apreciaran en mi lo que yo aprecio en Borges, que es, no solo su relación con la ciencia y con la verdad sino lo que deriva de ello, a saber, su honestidad al escribir. Aprobaría que dijeran que cuando se trata de mi, al igual que cuando se trata de Borges, sin importar donde caiga la charla o el énfasis, sobrevuela el fantasma de cierta inexactitud de las cosas. Algo que, por otra parte, no podría ser de otro modo. Aprobaría que opinaran de mi, como yo opino de Borges, que quien fuera que tome la palabra bajo la pluma, hace que veamos al protagonista preguntarse una y otra vez cómo puede ser tal cosa -y ahí va su propio asombro también- sea de tal o cual manera. Borges, -como yo, quisiera que digan de mi, pondera habitualmente el hecho de que algo pudiera ser de tal o cual forma. Y además pregunta por los motivos e invita al lector a recorrerlos. Si es que se tratara de una creencia o un paroxismo, aprobaría que dijeran de mi lo mismo que digo yo de Borges, es decir, alguien que lleva a estas osciosas clasificaciones hasta el límite de lo inescrutable. Si se tratara de un recuerdo, del mismo modo, yo intentaría que dijeran de mi lo mismo que yo digo de Borges, o sea, que el hecho de que el mismo pudiera ser verídico o no se encuentra en el centro de cualquier escena. Si existiera la posibilidad aprobaría que hubiera un... nosotros, que "nosotros", a diferencia de los demás, no damos nunca por cerrado ni ese ni ningún misterio, que la magia y el azar están siempre presentes en la forma de nuestra escritura y que además ello representa nuestra esencia. Finalmente, aprobaría, sin dudar, que todo esto fuera lo que aprecia de nosotros un lector hipotético.





Post escriptum:

El elogio conlleva a veces ediosar y otras a endiablar. Ninguna de estas opciones me parece válida, representando las dos exactamente lo mismo, a saber, la vanidad. Esto no es otra cosa que "la trampa de Némesis", si me puedo expresar así, que, por otro lado, salvó al mundo. Varias veces. Venganza aquí es la palabra clave. La venganza es el preludio de un nuevo acto (psíquico?). Es el acto que romperá el espejo. Némesis, claro está, al encerrar en el círculo de sí mismo a Narciso, le da al mismo tiempo la llave de su libertad. No había otro modo.

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