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Posición / condición de ser hablante

Es necesario hacer dos separaciones. En primer lugar, hay un nivel que es diagnóstico que implica separar el psicoanálisis de lo que pueda entenderse como "salud mental", incluso en sus múltiples acepciones. De eso se derivará una segunda separación, también diagnóstica, que implicará considerar de manera diferenciada lo que representa para un sujeto una "toxicomanía" (por caso, aunque también podría pensarse una esquizofrenia) de lo que es comúnmente entendido como "adicción", o si se quiere "enfermedad mental" también en sus múltiples acepciones (y sea como fuere que se lo entienda ya sea desde el punto de vista psiquiátrico, social, médico o psicológico). Una vez ya en este nivel que no es otro que el de un supuesto tratamiento o que pueda ser pensado como posible, momento en el que ya se habrá tomado una decisión, poco importa pensar si es o no necesario separar si se trata de un contexto de puertas cerradas o de puertas abiertas. Porque a fin de cuentas, sea lo que sea de lo que se trate en términos diagnósticos, se tratara, en suma, de la decisión del sujeto que nombrará, por así decir, su posición. Nombrará su posición, si la intervención existe, ante un otro. O sea es necesario que el otro conserve su condición para que el paciente revele su posición. Dirá de si, o sea, tomara una decisión que será preciso escuchar. En la medida en que exista el cuerpo del analista operando ahí, no como garante del sentido o de la verdad sino justamente como un cuerpo hablado-hablante, sexuado y mortal, podrá cumplirse la operación esperada. Sea cual sea el contexto, en ningún caso estará permitido decidir por encima de su voluntad, salvo bajo condiciones muy específicas.

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